Pragmáticamente extraños
Diversos estudios se han realizado de acuerdo a la
pragmática, sin embargo, la intencionalidad y las diferentes reglas de
cortesías se hacen aún más difíciles de comprender si no se realizan los actos
del habla en la lengua materna. Es por ello que tratar de explicar la
pragmática para alguien de otra lengua se vuelve difícil, ya que interfieren
varios factores culturales que hacen más difícil que un extranjero no logre
completar la información de la misma manera que un hablante nativo.
No vamos a hablar sobre los
elementos que componen la pragmática ni a enunciar los actos de habla de
Searle, lo que se pretende con el presente ensayo es manifestar diferencias
entre la manera en como un extranjero y un hablante del español entienden una
misma situación.
Una de las situaciones más
particulares es en el momento en que se pide algo en un centro comercial.
Tenemos entendido que para ciertas situaciones y para ahorrarse tiempo y
esfuerzo los extranjeros contestarán con “si” o un “no”, este comportamiento en
una cultura como la nuestra nos hace pensar
que esas personas son frías o bruscas.
El valor que le damos a ciertas
situaciones que están sobreentendidas y a las cuales sabemos cómo reaccionar
nunca es el mismo que se le da en otras culturas. Un ejemplo de ello, es cuando
un policía nos detiene y nos comienza a hacer preguntas sobre ¿por qué tanta
prisa?, si tenemos nuestros papeles, etcétera, pero vemos al mismo tiempo que
no escribe nada en el formato para multa es porque quiere que le demos dinero.
Sin embargo, si esto le pasa a un extranjero, espera, la mayoría de las veces,
que le den su multa, si es que el policía tiene razón e irse inmediatamente
puesto que lleva prisa.
No acertará a comentar algo como
“pa’ los chescos mi jefe” o en un caso aún más indirecto, a darle la mano con
un billete de 200 pesos de por medio. No es que en sus países no existe la
corrupción, debe existir por supuesto, pero no es tan común como aquí y además,
pragmáticamente hablando la situación se maneja de otra manera.
¿De qué manera el extranjero puede
aprender a lidiar con este tipo de situaciones? En primer instancia, existe un
código de comportamiento en el que el policía tiene autoridad para mandar que
detengamos el coche, en segunda trataremos, al menos si somos de la misma
lengua, en este caso la mexicana, trata de dialogar con él, justificar nuestra
acción y manifestar que estamos preocupados por la infracción de tránsito que
acabamos de realizar (si es que así fue) y sobre todo, de mantener ciertas
formas de cortesías con el oficial. Inclusive, aunque no hayamos hecho lo que
dice el oficial, pueden existir casos de que con tal de no lidiar con el
problema, le demos una “mordida”. Esto último, es impensable para un extranjero
ya que tienden a reaccionar de manera agresiva si ven vejada su libertad y aún
más, si se le acusa de algo que no cometió. Esto lo decimos desde nuestra
perspectiva con personas del Norte de América con las cuales hemos estado en
contacto y que se han quejado de situaciones como esta.
Otro ejemplo a una situación que
pragmáticamente se les dificulta a los extranjeros, es el uso que le damos al
diminutivo. Cuando hacemos una petición, manifestamos de acuerdo a lo que
queremos una cercanía utilizando un diminutivo en forma de cariño para así
ganarnos el favor de la otra persona. Esto es entendible en todas las culturas
para alguien cercano a nosotros, ya sea miembro de la familia, amigos muy
cercanos o la pareja misma. Sin embargo, en español, solemos expandirlo hacia
cualquier desconocido.
Un caso típico es cuando un
mexicano pide comida, la situación comienza desde cómo se le dice al lugar o
cómo manifiesta que es la hora de comer.
Ej. :
a.-Ya es tarde
¿no?
b.-Va siendo
hora de echarnos unos taquitos.
a.-Aquí a la
vuelta hay una fondita y la verdad es que no tienen madre, te sirven con tu
molito con arrocito y tus frijolitos.
b.- Se me hace
agua la boca.
En el ejemplo anterior, la persona
jamás preguntó si existía un lugar para comer, y menos de qué tipo era, pero en
el discurso que comparten estas dos personas “b” entiende que es la hora de
comer y que “a” prefiere un lugar donde la comida sepa rica y se sirva la
típica comida de casa, situación que manifiesta utilizando el diminutivo. El discurso manifiesta que la información se
infiere de acuerdo a cómo reacciona el otro. Si el caso hubiera sido que la
pregunta se le hubiera hecho a un extranjero, éste simplemente hubiera
contestado “Si” puesto que está contestando la pregunta, y que en primera
instancia, implica una confusión ya que al agregar el “no” está negando que así
sea.
En el cierre del diálogo “b”
manifiesta con una sola frase, por cierto, hecha, que está de acuerdo con su
interlocutor. Esta frase sí se encuentra en otras lenguas como la inglesa al
decir I’m salibating, pero por alguna razón, cuando se les trata de
explicar el sentido de la frase no lo captan en el primer momento. Y menos en
una estructura como esta en la que el interlocutor jamás le preguntó si se le
antojaba lo que había descrito.
“Encariñarse” con las cosas o con
las gentes, ha sido una de las característica de nuestras convenciones sociales
que heredamos de la lengua náhuatl, es por ello que a pesar de hablar español,
en España no comprenden el uso del diminutivo ni lo ven como algo obligatorio,
el contrario, el discurso que parecemos emitir, de acuerdo a su percepción es
meloso y falto de practicidad. Sin embargo, si no utilizamos estas formas,
sentimos que el discurso está incompleto y curiosamente, pareciera que no
estamos diciendo todo lo que queremos decir ni educadamente.
Así mismo, al hablar y describir la
comida de la forma que lo hace “a” el acto
ilocutivo se lleva a cabo de una manera más concreta, es decir, que si en
vez de contestar como lo hizo en el ejemplo, hubiera dicho solamente “Aquí
cerca venden comida” no está dando toda la información que “b” indirectamente
está pidiendo al hablar cariñosamente de la comida en sí, ya que implica que le
gusta cierto tipo de comida y que además le gusta que sepa bien. “a” que está
inmerso el un mismo código cultural, está dando información de más para
manifestar que es mejor ir a ese lugar y no a otro aunque “b” no le esté pidiendo
su opinión sobre el lugar, “a” se la ofrece y curiosamente, sin decir una
palabra sobre el sabor de la comida, al menos no directamente, sino que lo hace
utilizando otra frase hecha, típica del español mexicano y que volviendo a lo
mismo, un extranjero no comprende al cien por ciento.
Dentro del discurso del mexicano,
sabemos que algo “no tiene madre” porque está muy bien hecho o que manifestamos
que es superior a lo demás, por lo mismo, el acto perlocutivo realizado por “b” se manifiesta de la manera en
que lo hace, con la frase “se me hace agua la boca”.
Así mismo, si seguimos pensando en
la continuación de este diálogo, podemos ver de manifiesto que “a” busca
indirectamente conseguir la compañía de esa persona para la hora de la comida,
porque si no fuera así, quizás no le hubiera comentado lo de la hora, ni le
hubiera hablado sobre un lugar al que ya ha ido a comer y que además le gusta.
Esto último también se sobreentiende por la manera en que se expresa.
Insertarse en la cultura, tiene que
ver con entender ciertas formas discursivas, de eso no hay duda, el discurso en
México se caracteriza por rasgos de camaradería, inclusive el hecho de tocar
mucho a la otra persona es una forma de expresarle cariño o respeto, podemos
imaginar que “b” cierra el diálogo, dándole una palmada en la espalda a “a” que
esto se entiende como un signo de
aceptación de una invitación que ni siquiera fue realizada.
Es importante enseñar a los que
aprenden una segunda lengua que aprender el comportamiento de los hablantes de la
lengua, también se puede hacer si se “leen” las muecas y ademanes realizados
por éstos. Sin embargo, no porque ellos imiten esas acciones, lograrán
comprender el discurso ni tampoco insertarse, este proceso se genera de manera
un tanto paulatina si los hablantes nativos observan que el extranjero entiende
la situación y no simplemente imita lo que vio anteriormente.
Es por ello que la enseñanza de la
pragmática es fundamental para hablar una segunda lengua, pues no hay manera
más eficaz de aprenderla que a través de la interacción social real, algo que
no tienen las clases de conversación en las que muchas veces, los estudiantes
tienen un discurso pensado y siguen teniendo la presión de estar siendo
evaluados por el profesor, en vez de sentirse libres de desenvolverse lo cual
vuelve artificial este tipo de métodos.